Aquest és el resum de l'activitat dut a terme pel nostre company Alejandro. Gràcies per compartir la experiència. Jo també us augure un futur brillant!
La semana del 12 al 16 de marzo, los alumnos de Cultura Clásica de 3º de
ESO realizaron un taller de adivinación en el aula en que, a parte de
los alumnos de la asignatura, pudieron participar otros compañeros de
tercero, así como profesores que tenían disponibilidad a esas horas.
Originalmente, el taller iba a girar en torno al
tema de la adivinación de las Pitias griegas, que emitían sus famosos
vaticinios en el célebre oráculo de Apolo en la ciudad de Delfos; pero
se nos ocurrió que, para hacer más completo el
tema y que la participación y riqueza del taller fueran más variadas,
podíamos ampliarlo a otras formas de adivinación existentes en al mundo
griego y romano. Así que, por grupos de cuatro personas, los alumnos crearon
sus propios gabinetes de adivinación formados
por los cuatro roles adivinatorios que habíamos estudiado e investigado
en clase. Tras alguna semana dedicada a recopilar datos de distintas
fuentes sobre estas formas de adivinación, su influencia, su
funcionamiento, su contexto, etcétera, los miembros de
cada gabinete elegían un rol a desempeñar: pitia, quiromante, augur y
arúspice.
Mientras que las pitias, entre velas, invocaciones a
Apolo, ritos de purificación y mucho misticismo, ofrecían sus oráculos
sentadas desde elegantes trípodes, las quiromantes escrutaban bajo el
aroma del incienso las líneas de las manos
de sus curiosos clientes; por su parte, los augures alzaban la mirada
hacia el orbe para, a través del vuelo de las aves con las que cada
persona se sentía identificada, poder leer el porvenir de quienes
preguntaban, y finalmente, los siniestros arúspices,
sosteniendo su cayado, nos leían con atención el futuro en las entrañas
(simuladas, eso sí) de pequeños animales silvestres.
El taller fue entretenido no sólo por su
realización final, sino porque los alumnos pudieron hacer un trabajo muy
completo a lo largo de las semanas en que nos dedicamos a ello; con el
cual no sólo aprendieron mediante quiénes y cómo era
el oficio de la adivinación en la Antigüedad, sino porque desde el
punto de vista de la creatividad y el trabajo compartido, elaboraron
carteles publicitarios, combinaros sus ropajes, fabricaron sus
complementos mágicos, idearon ritos de purificación, desempeñaron
un rol con ciertos aspectos teatrales, etcétera. De hecho, uno de los
aspectos singulares del taller fue que, a quienes iban a consultar su
sabiduría adivinatoria, se les hacía entrega, a modo de regalo, de un
certificado de adivinación donde dejaban constancia
de sus predicciones, elaborado por ellos mismos con el nombre de su
gabinete y algunos elementos decorativos, sus firmas de adivinos y un
deseo final en nombre de Apolo para que éste protegiese sus destinos.
Para casi todos fue una experiencia curiosa,
entretenida y completa, donde aprender, investigar, crear, colaborar y,
sobre todo, disfrutar, no estaba en modo alguno reñido. Por supuesto
hubo mucho que se podría haber hecho mejor, pero también
saber darse cuenta de los fallos o aspectos mejorables del propio
trabajo, es una forma fundamental de formarse como estudiantes, como
personas y como grupo social, de modo que nuestros futuros trabajos sean
mejores, y con ellos, nosotros mismos.